Llega la noche de reyes, esa noche mágica y efímera en la que todos los niños son protagonistas, una noche en la que se cumplen deseos y se desvanecen sueños, donde la magia cobra forma de dulce engaño a precio de sonrisa infantil, la realidad se confunde con la imaginación y por un momento parece que todos vivimos otra historia, otro mundo, del que si tal vez pudiera elegir, no querría volver de vuelta. Gracias a Dani por la foto de arriba y a Miguel por su generosa donación de las fotos que siguen me he dado cuenta de que en mi humildad conozco a dos reyes de Oriente, a Baltasar y a Melchor. Baltasar tiene el alias de Pedro Hipólito, anguianejo de pro, volvía a su pueblo del norte para embadurnarse la cara y sus manos de negro betún que luego posaba sobre las manos de las ropas de los niños, para bronca de sus padres, —"al rey negro ni os acerquéis"— les decían al salir de casa. Baltasar se enfundaba sus ropas reales y su gran capa, y montaba su caballo blanco para felicitar a los niños buenos, en la foto con sus sobrinos reales Mari Tere y Marino, rodeados de niños y sueños por cumplir.
Baltasar es un rey afable, de los que andan en cámara lenta, sin prisa, de sonrisa fácil y sueño todavía más, capaz de repartir alegrías con su cara negra y refunfuñar con su cara blanca. La noche de reyes en Anguiano los niños tomaban las calles y se hacían con la plaza del pueblo, rodeaban a los magos de oriente y se subían a la grupa del caballo, aunque la visión fuera muy negra. Así lo hizo Inma, que subida junto al rey mago aguantaba los besos cariñosos y negros de un rey que por fuera era Baltasar y por dentro su hermano. Los pajes reales, disfrazados de indios sioux sujetan al caballo y anuncian que en cualquier momento pueden llegar los vaqueros, que seguro es lo que han pedido de regalo a los reyes muchos de los niños que se agolpan con ojos vidriosos y emociones contenidas a ver a los reyes. Inma aquel día volvió a casa con media cara negra y con la desilusión de saber que conocía quién era el rey Baltasar.
Antes Baltasar, junto con los otros dos reyes y sus pajes había pasado por los colegios, con su ropa blanca y su cara negra, asustando a los niños que habían sido malos y haciendo achinar los ojos a los adultos para descubrir quien era. Las aulas se llenaban de alegría, se olvidaban los exámenes y los reglazos de disciplina, tal vez este año, los reyes traerían sus sueños transformados en coches de hojalata de ruedas finas o en muñecas de pelo vistoso y movimientos limitados.
Los niños subían con Baltasar ayudados de adultos al caballo, con sus abrigos de invierno y bufandas de lana, ocultando travesuras y maldades para que no les trajesen el odiado carbón, a las preguntas de los reyes. Baltasar aquellos días se sentía grande, se sentía deseado y cuando volvía a casa en el barrio de Eras, cenaba y bebía todo lo que podía, mientras los niños ya soñaban en sus camas con la visita que esa noche, a escondidas se haría en sus casas. Baltasar a esas horas roncaba a pierna suelta.
A Melchor lo he conocido por foto y en persona, Melchor, alias Jesús, era más de cubrir su media barba negra con otra blanca y poblada que se unía a su pelo largo canoso dejando ver tan sólo dos ojos y una nariz que pocos niños y adultos podían identificar. Melchor era un rey de guante blanco y corona dorada, de larga capa roja y caballo blanco. A Melchor le gustaba abrir camino, conducido entre niños por su paje muerto de frío y repartiendo caramelos y peladillas, que lanzaba al aire ocasionando más de una agresión.
Los tres reyes saludaban y saludaban a montones de niños que restregaban sus ojos para saber si era verdad lo que veían, aquella noche en Anguiano o Baños, otros dos niños descubrían que el rey de barba blanca cuando volvía a casa era su padre, pero nadie les quitaba que al menos Gaspar sí podía ser un rey de los de verdad, de los que tenían esa barba rubia durante todos los días del año.
Felices reyes a todos, no perdáis la ilusión ni esa sonrisa de niño que todos hemos tenido en este día. Un beso muy especial para mi tía Inma de Anguiano que está un poco pocha de la rodilla por querer bajar la cuesta de los danzadores de rodillas, ánimo, ponte pronto bien y hoy pídele ese regalo de cura a tu rey Melchor que seguro que te lo concede.
es difícil mantener la mirada limpia y la sonrisa ilusionada.... sólo ver a tu hijo, como yo lo veo ahora, llenar el remolque de su tractor Bruder y ver como disfruta me hace volver a aquel sentimiento tan excelente e inolvidable de insomnios sudorosos y rotura de envoltorios.... felices reyes David
ResponderEliminarNo sabes como te entiendo Antonio, ahora que me ha tocado ser padre he vuelto a recordar aquellos momentos, aquellos sueños con forma de juguete. Feliz día de reyes Antonio
ResponderEliminarFelices Reyes David!!!! Un post muy bonito, la verdad.A veces los vemos tan lejanos, en oriente, y no nos damos cuenta que estan en la habitacion de al lado.Cuando June crezca le puedes regalar un post en el que Gaspar sea su padre y asi ya completar el trio, sus tios los pajes...etc,etc....
ResponderEliminarGracias Miguel y felices reyes para ti también, sabes que este post tiene mucho tuyo, comparto contigo que creo que muy pronto conoceré también al rey Gaspar, por cierto, se admiten voluntarios, ja, ja…
ResponderEliminarRecuerdo que mi madre nos llevaba a la Cabalgata en Zaragoza, por el centro, no sabría decir exactamente en qué calle, pero creo que cerca de Galerías Preciados, es la que recuerdo. También recuerdo el año que nos enteramos de todo, gracias a unos boxeadores que aparecieron debajo de la cama de matrimonio de mis padres, jaja, y nosotros sin decir ni pío ese año, disfrutamos como si no supiesemos nada. Ahora con mis dos niñas, chinitas, mantengo la ilusión, queda poco, pero aún hay inocencia.
ResponderEliminarY no la pierdas nunca, amigo.
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