lunes, 23 de enero de 2012

Alfonso Máximo, mi tato



Tal día como hoy, hace 45 años nacía mi único hermano en la antigua Clínica Quirón de Zaragoza, era el primero en romper el fuego en la familia García Goñi, había pasado casi año y medio desde que se casaron Maribel y Marcelino en la nochevieja de 1964, y en aquellos años era mucho tiempo para no quedarse embarazada, por suerte un día de junio de 1966, mi madre esperaba con ilusión y rubor que llegará mi padre con su muestrario de bisutería y lencería, después de una semana dura, de recorrerse pueblos, joyerías, tiendas de ropa y mercerías para ganar una exigua comisión por más de dieciséis horas de trabajo al día, aquel día le dijo que estaba embarazada, ambos se miraron, mi padre esbozó su media sonrisa y mi madre lloró de felicidad, su vida cambió en aquel día caluroso, su vida pasó de ser pareja a ser padres primerizos.

El embarazo pasó como un suspiro, entre antojos de bocadillos de mejillones a deshoras y consejos de abuela, en nada pasaron la nochevieja de 1966 en la que celebraron sus dos años de casados y su primera criatura que estaba por nacer. Ya habían preparado antes la reducida canastilla que se pudieron permitir, con una capazo de mimbre al lado de su cama. La ropa con algún lazo azul marino y amarillo, y la gran duda de si sería niño o niña, aunque en aquellos años lo que importaba es que llegara con bien. A las 9 de la noche de un 22 de enero mi madre rompió en sangre, y mi padre acompañado de una vecina, la Dora, la llevaron a la clínica. Allí pasaron la noche, entre contracciones, dilataciones y miedo, mucho miedo a lo que quedaba por venir.


El parto fue duro, se retrasaba, y cada hora se hacía más pesada, ya agotada, mi madre dio a luz a las cinco de la tarde de un 23 de enero de 1967, el día de san Ildefonso, pesando unos tres kilos cuatrocientos, por fin todo había acabado o había comenzado, aquella noche fue muy distinta para mis padres, que sentían como algo tan pequeño había entrado de forma tan grande en sus vidas. Después de un par de días en el hospital volvieron a su casa, un primer piso en una casa que no tenía más, sólo el bajo y la casa de mis padres en la calle Virtud de Zaragoza, hoy en día la calle Pilar Lorengar. La comadrona pasaba por casa los días siguientes, a limpiar los puntos y dar consejos, en casa una procesión de gente, mi abuela, mi tío Jesús, mi tía Loli, y vecinas que venían a dar la enhorabuena, de convite algún resto de turrón y polvorón navideño, ya más duro que otra cosa.

Así nació hace 45 años mi hermano, le pusieron por nombre Alfonso, que para eso había nacido ese día, y por decisión unilateral de mi abuela Máximo, como su marido y padre de mi madre, y fue en aquel año de 1967 cuando las noches y los días se llenaron de un llanto infantil y de la alegría de unos padres, entre las paredes de una casa, que ya nunca volvió a saber lo que era un día de tranquilidad, alegría desbordada repleta de dudas y futuros inciertos plenos de ilusión. Felicidades Alfonso Máximo García Goñi, felicidades hermano, felicidades tato.

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