lunes, 14 de enero de 2013

La casa fantasma



La ciudad estaba triste, gris, apagada. Los pasos retumbaban al doblar una acera dejando perder la ruta por calles antes no descubiertas. Vitoria siempre esconde cosas que parecen ajenas a los ojos y las miradas de diario, tesoros sin valor que intento no dejar escapar a mi mirada. En un momento levanté la vista y vi la casa fantasma.


Su fachada inexistente consistía en una tela blanca rota y desgarrada que se dejaba mecer por el viento de la tarde en un silencio mayúsculo. De vez en cuando la tela parecía que se movía desde el interior potenciando todavía más su aspecto fantasmagórico, dentro, aunque parecía increíble, algo se movía.


Y es que dentro estaba lleno de palomas, salían y entraban batiendo sus alas hasta permanecer inmóviles y en unos segundos desaparecían en su interior.


Continué mis pasos no sin antes alejarme y mirar de nuevo la fachada, una visión fantasma de una casa convertida en jaula abierta.

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