Hoy mi padre cumple 77 años, nacía un martes 9 de enero de 1934, en un día muy frío de Anguiano, aquella noche se habían marcado cinco y tres grados bajo cero. Mi abuela Melchora daba a luz a mi padre con la sabiduría de bastantes partos más a sus espaldas, mi abuelo Valentín se debatía entre la alegría y la preocupación de alimentar a una boca más mientras se secaba la frente con su brazo a la altura de su boina. Mi padre, Marcelino se había convertido en el pequeño de la casa en el día de San Nicanor y San Marciano, menos mal que no le pusieron esos nombres. Mi padre es un tipo curioso, de pensamiento único y repetitivo, bueno hasta hartarte y de un pesado cariñoso las cinco primeras veces y cansino las siguientes, gran trabajador y perfeccionista (un lujo de herencia que me ha dejado), práctico e inquieto, siempre tiene que estar haciendo algo, desconoce que es no hacer nada, capaz de recorrerse toda una ciudad por un kilo de peras que estén a su gusto y capaz de perder la noción del tiempo cuando sale a pasear. Mi padre es un gran tipo con 76 años de experiencia a sus espaldas y con ese parecido a Jesús Vázquez de joven.
Por contra, en Logroño se estrenaba King-Kong y Raquel Meller ofrecía unos conciertos, en los teatros se realizaban obras de Muñoz Seca o Buero Vallejo.
El tiempo ha pasado y 76 años después ha tenido que celebrar su cumpleaños en una habitación de hospital del Miguel Servet en Zaragoza, entró la semana pasada para hacerse unas pruebas en Urgencias y hasta el día de hoy allí sigue. Está perfectamente, lo que es todo un alivio, pero los cardiólogos están de vacaciones y hasta mañana no se reanudan a sus puestos.
El día de ingreso lo vivió con mi hermano y después de estar numerosas horas en los boxes, lo pasaron al Observatorio de Urgencias, allí se pasó dos días hasta que lo subieron a planta.
Y aquí está en su habitación, sin poder celebrar su cumpleaños junto a su nieto que es lo que más le hubiera gustado, pero con la tranquilidad de saber que aparentemente todo está en perfectas condiciones. El día ha amanecido lluvioso, un poco como los sentimientos, un poco tristes y apagados por tener que estar haciendo viajes de un lado a otro, para estar lo más posible con él. Felicidades padre.
Muchas, muchas felicidades Marcelino. Se te quiere un montón y has enseñado a tus hijos a buscarse la vida, a no estar quietos, a trabajar, trabajar y trabajar y que eso es un honor y hoy en día, tal y como están las cosas, un auténtico privilegio que no hay que desperdiciar.
ResponderEliminarTambién haces una compota para Navidad de lujo pero que sepas que tu hijo, el que suscribe este blog, ha pillado muy bien la receta y es un claro sucesor de su padre.
MUCHAS FELICIDADES
No daré la receta de la compota de Marcelino ni aunque me torturen, es un secreto familiar.
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