jueves, 21 de julio de 2011

Aquel julio que nació la Vane



Era julio de 1979 cuando mi tía vino de Fuensalida, Toledo, a Zaragoza en el embarazo final de una niña que quería que naciera en la ciudad maña, al igual que sus dos hermanos anteriores, hacía mucho calor y a primeros de julio me marchaba de campamentos por primera vez, había acabado quinto de EGB, con 6 notables y 6 sobresalientes en junio, no me lo podía ni creer, acababa una parte de la EGB en la que cambiábamos de planta, nos mudábamos a la planta superior donde estaban "los mayores", acababa una etapa. Durante todo ese año con los scouts de Salesianos habíamos hecho diferentes acampadas de fin de semana y aquello me aportaba gran libertad y aprendizaje. Aquel año nos mandaban por primera vez a campamentos a mi hermano a mi, recuerdo los últimos días de junio comprando cantimploras, platos metálicos, fiambreras metálicas, cubiertos que se sujetaban con un abridor, saco de dormir y mochilas en una tienda de Conde Aranda para lo que era nuestra primera salida de casa por más tiempo que de un fin de semana, cuanta tranquilidad para mis padres. Mi tía se quedaba con ellos en espera de dar a luz cuanto antes.


Así que nos marchamos una mañana de julio desde el patio de Salesianos, todos bien vestidos y uniformados con camisa caqui con pañoleta al cuello, de diferentes colores según el grado, boina enroscada sobre una lengueta en el hombre, pantalón corto de pana, medias blancas y calcetines rojos perfectamente doblados y con unas botas perfectamente limpias el día de la partida. El nerviosismo inundaba el patio de un colegio, de tantas tardes de juegos y protegido por una barandilla hecha de tubos de hierro en las que más de uno había dejado su dentadura por ir más deprisa de lo debido. Aunque iba con mi hermano desde ese momento, hasta que volvimos del campamento no tengo ningún recuerdo de él, parece mentira que fuéramos hermanos.

El autobús salió de una Zaragoza todavía templada hacia Villanúa, el campamento se encontraba a la entrada y el primer día se fundió entre montar tiendas de campaña y hacerse con dónde estaba cada cosa. Así pasaron días de julio imborrables, con cuatro amigos más en una tienda de campaña canadiense azul con interior naranja, con un ábside donde se amontonaban las mochilas y el calzado maloliente de las caminatas de todos los días. Risas y amigos, con días que empezaban aseándonos en el río, para luego desayunar cazuelas de leche coloreada y galletas, después carreras de pistas, buscando señales en el suelo hechas con piedras o tizas, y siempre con la emoción de ganar nada, pateadas y más pateadas con el Collarada de fondo y las vías de tren sobre un puente que acentuaban mi vértigo y aumentaban mis miedos y torpezas.


Recuerdo especialmente una noche que nos tocaba vivaquear al aire libre, nos enseñaron a hacer una cabañita con boj cortado y tras no pensarlo mucho, después de un día de no parar de pruebas y subidas a montes, elegimos un sitio cualquiera, cortamos el boj y nos quedó bastante apañadita la cabaña, después de risa a la luz de las estrellas en una noche en la que nadie quería quedarse dormido y donde los ruidos de la noche daban cierta intranquilidad. Nos calamos sobre nuestros sacos de dormir, tapándonos hasta arriba, como momias y sólo dejando la cara fuera. Así pasó la noche y llegó la mañana, nos fuimos despertando, mientras mis compañeros se limpiaban las legañas, al mirarme expresaron todos al unísono: "pero tío, que te ha pasado en la cara", yo me tocaba y no notaba mucho, tal vez algún bulto y al tocarme algo de picor, "pero como te han puesto", reafirmaban. Habíamos elegido tan bien el sitio que debía estar cerca de un lugar lleno de tábanos y mi cara, que era lo único visible la habían picoteado hasta jartarse, me preocupé un poco y no me quedé tranquilo hasta que llegué al campamento y me vi la cara toda hinchada y llena de granos, así que me pasé el resto de campamentos con la cara llena de Fenergán para aliviar los picotazos.

Por las noches nos reuníamos junto al fuego, mayores y pequeños, cantábamos, actuábamos, hacíamos imitaciones, contábamos chistes y nos sentíamos importantes. Nunca encontrábamos momento de marcharnos, hasta que los mandos nos levantaban, nos hacían cruzar los brazos juntándonos las manos y cantábamos una canción de despedida hasta la llegada del día siguiente.


Aquel mismo verano, el 12 de julio se incendiaba el hotel Corona de Aragón de Zaragoza, nosotros nos enteramos al día siguiente, en un tablón de anuncios colocaron las páginas de Heraldo de Aragón, donde salía la noticia, la noticia enseguida corrió de oreja en oreja, y todos nos agolpamos para leer que es lo que había pasado, ese día y los siguientes nos enteramos que habían fallecido más de 70 personas y más de 100 resultaron heridas, recuerdo las fotos en las que se veía saltar a la gente por las ventanas que me hicieron sentir miedo, miedo de no saber si les había pasado algo a mis padres, con 11 años apenas sabía ni donde estaba el hotel, pero me imaginaba a mis padres paseando por debajo en el momento del incendio. Nos dejaron hablar por teléfono con nuestras casas y al oír a nuestras familias encontramos el alivio necesario.


Cuando acababa el campamento y los padres nos visitaban, en el día que había puertas abiertas, todos saciamos nuestra necesidad de información. Aquel día nos fuimos a comer con nuestros padres de picnic, rodeados de cerca por otros amigos con sus padres, sobre mi cara todavía quedaban restos de algún picotazo que se había vuelto altamente resistente al Fenergan. Les hicimos una función en nuestro espacio de reunión junto al fuego, allí hacía de maestro de ceremonias y contaba chistes, junto con otros que cantaban o se disfrazaban de la abeja Maya. Después se marcharon y nos dejaron allí pocos días más antes de volver, el último día recoger todo, bueno, amontonar todo en la mochila, ropa sucia con limpia, junto con algo de comida y las botas sin limpiar.

Desde el autobús ya montados pegábamos las narices al cristal mirando por última vez aquel lugar en el que habíamos pasado ese verano del 79. Al llegar al mismo patio del que partimos en el colegio Salesianos de Zaragoza, los que no se habían marchado ya para sus casas, nos juntamos en la pista haciendo un gran corro, cruzamos nuestros brazos y juntamos las manos y entonamos todos juntos la canción de despedida: "llegado ya el momento, de nuestra separación, formemos compañeros, una cadena de amor…"


Cuando llegamos a casa, cansados, maltrechos y llenos de ropa sucia, que costó más de una
reprimenda por parte de la mater. Nos dijeron que ya no estaban mis tíos, que habíamos tenido una prima y que se llamaba Vanesa, que nació el 20 de julio y que todo había ido bien, pero que ya se habían marchado para Fuensalida. Hacía un día muy caluroso y me costó dormir aquella noche.

Desde entonces cuando venían mis tíos a visitarnos a Zaragoza, la Vane era muy especial, su carita de niña traviesa y risueña, hacían buen honor a su carácter, desde muy pequeñita le encantaba saltar encima de las camas y con un micrófono que teníamos, de esos que venían en los radiocasetes de antes, se ponía a cantar y no había manera de pararla. Pasaron los años y quitando lo mala que es para comer, Vane sigue siendo alguien muy especial, llena de humor, de genio Goñi y de mucho carácter, muy suya, pero muy buena gente, gran trabajadora, con mala suerte para algunas cosas, pero no te preocupes que todo vendrá, incansable y temeraria cuando se junta con su amiga Aroa. Tiemblan ahora en Londres cuando a primeros de agosto viajan para allí a una residencia, con el fin de mejorar su inglés y pasar del "hello my friend", aunque realmente van para hacer una dieta de régimen carcelario de comida inglesa, más vale que Vane pase por el aeropuerto con un jamón bajo el brazo y Aroa con distraiga al aduanero. Estaremos atentos, ya que en cualquier momento podrá estallar un conflicto internacional.

Vane, ayer cumpliste años, unos cuantos años ya, y aunque no te conocí cuando naciste, no me gusta que pase mucho tiempo sin que nos veamos. Felicidades prima.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias primo por dedicarme una palabras en tu blog.
    Vaya fotitos te has marcado........jajajajaja
    ya te contare las aventuras por Londres....jajajaj
    besoss

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  2. Gracias, prima. Te han gustado las fotos eh?, eras y eres un primor (por lo de prima)

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