viernes, 1 de julio de 2011

A caballo, ni regalado



Hay cosas en la vida que dan mucha grima, esta carnicería en el casco viejo de Vitoria, mucho más. Es difícil de entender no obstante, el por qué cuando vemos un escaparate de carnicería con trozos de ternera, conejos y pollos no nos da tanta grima. Nuestra educación tiene mucho que ver, en países de Asia posiblemente esta tienda estaría llena de gente, pero en una cultura mediterránea el caballo ha sido visto, más como un animal de trabajo y paseo, que como una fuente rica en proteínas y muy baja en grasa, de hecho se suele usar un sinónimo más aceptado para su uso comestible que es la carne de potro.

Independientemente de la poca lógica que rige nuestros pensamientos y que más tiene que ver con la sensibilidad, al pensar que cuando comemos caballo nos estamos comiendo a Babieca o si comemos ciervo a Bambi, la tienda podría ser bastante mejorable, ese color rosa que emite su luz interior poco ayuda a entrar, al igual que el escaparate del que cuelgan cinco trozos de carne sin más y una pequeña pieza abandonada en la parte inferior. De la misma forma el dibujo del cartel de tan obvio resulta bastante dañino y revela su antigüedad el número de teléfono de cuatro dígitos.

No parece desde luego el negocio del siglo XXI las carnicerías de caballo, pero cuando hablamos en marketing de diferenciación posiblemente hablemos de algo muy parecido, bastaría una noticia en prime time referente a los beneficios de la carne de potro para cualquier enfermedad, prevención o crecimiento en niños, para encontrar una causa justificada a este tipo de negocios, aunque el enfoque debería ser muy distinto, en esta tienda parece que tienen los caballos en un cuarto de atrás y los van sacando al escaparate por piezas.

Nada tiene que ver la vida con los prejuicios establecidos, pero cada vez que veo esta carnicería de caballo no puedo evitar sentir mucha grima.

2 comentarios:

  1. Es verdad que la estética del establecimiento no ayuda nada pero vender tiene que vender porque yo la recuerdo ahí desde hace muchos años.
    De todas maneras, cómo influye la educación para comer determinadas cosas y otras no, depende del lugar de nacimiento te puedes comer una cucaracha y no pasa nada, ya ves (o mejor dicho, ya sabes).

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  2. Hoy bocadillo de cucarachas con un poco de mahonesa

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