miércoles, 27 de julio de 2011

La operación de Narcellino García Nuñoz



Hace diez días, Marcelino García Muñoz, mi padre, tuvo que pasar por el taller de la salud para que le instalasen una prótesis de hombro a su maltrecha articulación superior, el otro hombro no es que esté mucho mejor, pero por alguno hay que empezar. Sus brazos no habían parado de moverse en toda la vida, su dura vida de niño en un pueblo casi sin agricultura, como era Anguiano, obligaban a tirar de mallo para romper piedras y hacer la carretera hacia Valvanera, de serrucho al estilo trontzalari o a volar por las copas de los chopos para eliminar las ramas molestas. Su vida fuera del pueblo tampoco fue menos dura de picar en obras se salvó pronto al espabilarse y aprender algo de contabilidad y así pasar a ser listero, que es ser más listo tirando de lista. Pronto enfocó su oficio definitivo, el de representante, y así se pasó toda la vida, de llevar maletas pesadas cargadas de muestrarios, a mantas pesadas cargadas de ropa.

Sus brazos y hombros le pasaron factura, y en un día de aspaviento con mi madre, en un hombre que siempre es tranquilo, movió en demasía sus brazos y uno le hizo "crack", desde entonces hace ya unos diez años, sus articulaciones empezaron a bajar, y sus aspavientos también. Ya no podía levantar casi el brazo, para afeitarse lo tenía que hacer realizando un movimiento lateral con el brazo hasta conseguirlo ascender, ya que verticalmente era imposible. La lesión de uno de los hombros pronto se mimetizó con el otro, que un poco de envidia también quiso empezar a fallar. Ni infiltrando, ni con medicamentos había ya solución, así que hace poco cuando fue a un médico y éste le comentó que las prótesis inversas de hombro daban buen resultado se apuntó rápido a la lista de espera para operarse, eso sí, June tenía que nacer antes, y una vez así fue, en pleno San Fermín decidió operarse.


Se operó en la Clínica Quirón vieja, donde había nacido yo curiosamente, las habitaciones estaban completamente renovadas, y las enfermeras y enfermeros eran muy atentos, pese a que el ser extranjero a alguno le causó algún problema a la hora de escribir su nombre en la pulsera que tenía que llevar para quirófano y de ser Marcelino García Muñoz, pasó a ser Narcellino García Nuñoz, operado por el Dr. Nartínez. Mi padre ingresó por la mañana y le operaban por la tarde, se mostró tranquilo todo el día, tranquilo en exceso, mientras todos estábamos algo intranquilos, él mientras esperaba a que se lo llevasen se durmió varias veces.

Finalmente se lo llevaron por la tarde a quirófanos, y tras unas dos largas horas recibimos una llamada en el teléfono de la habitación, lo cogió mi cuñada Carolina, siempre presta a estos menesteres, y yo que estaba al lado, pude ver como tornaba su gesto y lo ocultaba, contestaba escuetamente, todo, seguramente para evitar que mi madre, todo lo contraria que mi padre, nerviosa en exceso, se preocupase. Colgó y nos dijo lo más tranquila que pudo que había salido de la operación pero que lo habían tenido que ingresar en la UCI por algún problema con el corazón. La tensión se palpó en la habitación 305, todos en cierta manera nos tensamos y mi hermano, el médico de la familia, tomó la responsabilidad de la situación, con un intento de tranquilidad que no reflejaba su rostro.

Bajamos a la UCI, y después de esperar un rato vimos entrar a mi padre en la camilla, dormido y con goteros, en una visión que al no tener información me preocupó por dentro, enseguida apareció la anestesista, visiblemente preocupado, y preguntó por los familiares de Narcellino, al que ella inexplicablemente llamó Marcelino (es lo que tienen los médicos que entienden su mala escritura). Nos dijo que mi padre tenía el pulso muy bajo, que entró con 50-55 y en la operación estaba con 50-55, le entubaban y 50-55, le hacían el corte y 50-55, cuando lo que ocurre con cualquier paciente es que suben las pulsaciones y es su misión bajárselas, cosa que no era el caso. Le ponían ¿? (aquí mencionó el nombre de un medicamento que por supuesto he olvidado) y no reaccionaba, de tal forma que se asustó y ante el temor de que una bajada de pulsaciones no podría subirla al no responder la medicación prefirió por cautela dejarlo en la UCI. En el fondo nos quedamos tranquilos, la primera noche mejor la pasaría allí que en la habitación y mi hermano nos tranquilizó después de que habló con el Dr. Martínez (Nartínez para la enfermera) y le dijo que la operación había ido perfecta y que sólo había sido por un recelo muy receloso de la anestesista el llevarlo a la UCI.

Cuando nos dejaron entrar, sólo de dos en dos, cedí mi puesto a mi madre y a mi hermano, y después entré yo, mi padre se encontraba rodeado de cables, monitores y pantallas al estilo matrix, y estaba tranquilo, cómo no, me fijé en un monitor y sus pulsaciones estaban entre 55-60, algo habíamos ganado, me tranquilizó verle los ojos abiertos, aunque era todo un susto cuando abría la boca y mostraba los efectos de llevar dentadura postiza. Los efectos de la anestesia todavía eran evidentes, pero lo grave tornó a ser menos grave, pero nadie se quedó más tranquilo que mi padre en aquella UCI de Quirón.


A la mañana lo subieron y todo estaba perfecto, mi padre ya era mi padre y al colocarle la dentadura postiza, su imagen ganó bastantes puntos, pese a tener que llevar sus gafas para las cataratas de sus ojos que le confieren un poco el aspecto de Mortadelo por el grosor de sus cristales, pero con un brazo vendado es difícil ponerse las lentillas. La segunda noche se quedó mi hermano y la pasó relativamente bien, la tercera me tocó a mi, y mi padre se pasó toda la noche levantándose, y si se hubiera levantado normal, pues no pasa nada, pero se levantaba electrizado y con un hombro recién operado tenía la impresión de que iba a ver un capítulo nuevo de "Walking dead" antes de que empezara la nueva temporada.


Lo de sus pastillas también fue otro mundo, mi padre es de los que considera que los medicamentos están para usarlos cuando los necesitas, hasta hay bien, el problema es que el es el que se los auto prescribe, San Clamoxyl lo protege permanentemente cuando tiene un ligero catarro, dándole igual si el origen es un virus o sino lo es, de las pastillas para el azúcar, pues un día toma media y otro entera dependiendo de lo que haya comido. Mi hermano al enterarse se subía por las paredes y ciertamente no es para menos, el le lleva su medicación y comprueba su estado creyendo saber lo que se medica pero gracias a la operación se dio cuenta que iba por libre. A día de hoy puedo decir que se le ha acabado el chollo a Narcellino, mi hermano a tomado el poder y controla toda su medicación.


Por la mañana nos tocó ver el último encierro de San Fermín, un clásico en estas fechas que aunque sea en un hospital es sagrado. Ahora ya está en casa y parece un crío de 14 años, en lugar de estar paciente y dejar que todo se consolide bien, hace los ejercicios de movimiento que le han indicado como si lo tuviera ya perfecto, dando miedo, ya que parece que en cualquier momento podamos ver el estreno en exclusiva de la tercera temporada de "Walking Dead" que todavía ni se ha rodado. Así que ya lo sabéis, si un día vais por la calle y os encontráis un brazo en el suelo, no os preocupéis, es el brazo de Narcellino.

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