jueves, 2 de febrero de 2012

El Mercado Central, Olmeda y los Pocholos



Hay recuerdos que se le quedan a uno desde que es muy pequeño, uno de ellos era cuando a mis padres una vez al mes les tocaba hacer compra en el Mercado Central, últimamente he recuperado ese sabor y olor a fresco, cantidad de género revolcado ordenadamente sobre los puestos y una oportunidad de comprar bueno y barato como hay pocas en la ciudad.


El Mercado Central de Zaragoza o el Mercado de Lanuza fue diseñado a finales del siglo XIX por el arquitecto turiasonense Félix Navarro Pérez con el objeto de eliminar el mercado que se hacía en la calle. Vio la luz a principios del siglo XX, en el 1903, nació entonces para los zaragozanos un lujo de espacio, armónico y amplio, coronado con hierro, rematado con cristales y portada neoclásica. En su momento provocó un gran impacto arquitectónico que no ha perdido hoy en día, a pesar de sus labores de restauración, por tocar con los dedos el tiempo de los alimentos con el tiempo de la historia.


Llegaba una mañana de sábado y mi madre se apresuraba por dejarnos desayunados y vestidos, ya que se iba a bajar a comprar al Mercado Central, mi padre refunfuñaba tímidamente por no ir tarde a comprar, y yo rogaba que me llevasen con ellos. Nos montábamos en el Renault 7 los tres, mi hermano se quedaba en casa, nunca ha sido muy de estas cosas, desde la ventanilla de atrás empezábamos un viaje breve pero que se me hacía eterno desde mis ojos de niño pequeño, que todo lo ve y nada lo entiende. Mi padre hacía la parada en uno de los laterales y soltaba a mi madre como si fuera un pasajero del antiguo tranvía, intentaba buscar sitio, pero era una misión imposible, optaba por dejarlo en doble fila y aguardar a la llegada de mi madre con las bolsas. Insistía y me dejaba salir a buscar a mi madre con la excusa de ayudarle, y me internaba entre un montón de puestos, mujeres comprando cargadas de bolsas y gente rara, esa sensación, ese olor a mercado lo he revivido después de casi 30 años de la misma forma, desde que con la bici aprovecho para ir a comprar los sábados que puedo al Mercado Central.


La pescadería Olmeda te la topas casi nada más entrar, era y es una de las preferidas de mi madre, se ve enseguida pues la gente se agolpa sobre ella y los números de espera se cuentan entre cuarenta o cincuenta personas, hasta que te puede tocar el turno, pero merece la pena, pescado fresco y a muy buen precio, algunos se limpian y otros no. Cinco o seis pescateros se pelean detrás del mostrador para atender a la gente, que nerviosa por la espera no predica la paciencia y aguanta poco, mientras llena sus bolsas con marisco y merluzas para la familia.


Otra pescadería que me gusta mucho, es justo la que está enfrente, más pequeña, se muestra como un David con el Goliath delante, pero suele complementar muy bien sus productos y los precios con los competidores que tiene enfrente. Hay más pescaderías por el Mercado, pero por más que las recorres con la vista, mientras paseas raudo por los pasillos, quitando casualidades casuales, no se suele encontrar pescado mucho mejor que en estos sitios.


Para la fruta y la verdura, yo soy fan de Los Pocholos, y canto como un himno el mensaje que tienen en su puesto: "Fíjate bien en los precios, y lo podrás comprobar, en el puesto "Los Pocholos", más de un euro te puedes ahorrar". El matrimonio se aposta detrás de un puesto pequeño con una correcta selección  de productos de calidad superior y que en cantidades de dos kilos o tres kilos se consiguen unos productos increíbles. Me cargo con amplias bolsas que sumadas a las de la pescadería llenan mi mochila y otro bolso que a duras penas barruntan mi vuelta en bici hasta casa.


Junto a los Pocholos hay un par de puestos también muy buenos y que mueven mucho, y en todos ellos los turnos de espera son similares a los de la pescadería, además la gente no se suele llevar una cosa, y mientras se reparten kilos y kilos de fruta y verdura, las esperas se hacen largas y largas.


Por suerte los productos llegan de las huertas cercanas y en muchos de ellos todavía se mantienen los sabores naturales y ese olor a campo que hemos perdido comprando en supermercados e hipermercados. Sólo por ver los productos y olerlos merece la pena la visita al Mercado Central.


La oferta de carnicerías es amplia y buena, magníficas carnes y embutidos, a buenos precios y de óptima calidad. Las pollerías son características y todavía mantienen esa tijera adosada a un madero con la que troceaban un pollo con gran habilidad y presteza, y que de pequeño me causaba tanta impresión.


Paseando por los pasillos te encuentras buenas ofertas en línea general, muchos implementan los nuevos cortes y gustos de los nuevos públicos, que con muy buen criterio, son clientes fieles del Mercado Central. Hay en una carnicería donde tienen un chorizo de toro picante verdaderamente espectacular.


También hay algún puesto de pan, especias, congelados y de encurtidos, donde todavía siguen vendiendo bonito del norte a trozos de latas abiertas, en algunos de ellos todavía siguen teniendo algo que veía de pequeño y me impresionaba, y que al verlo hoy me sigue provocando el mismo estupor y desconocimiento acerca de lo que es, es esa especie de trenzado seco que se puede ver en la foto y que desconozco si es alguna salazón o similar.


Después de recorrer todos sus pasillos, mirando a un lado y a otro, igual que cuando era un niño, me marcho del Mercado Central, feliz de recuerdos y cargado de bolsas, buscando el equilibrio de contrapesos, y dudando de si llegaré a casa con la bici, con todo lo que he comprado. Si podéis ir a comprar a vuestro mercado más cercano, vuestra boca os lo agradecerá.

4 comentarios:

  1. Pepe (el pocholín)8 de octubre de 2012, 22:54

    Qué ilusión encontrar en internet una referencia al puesto de frutas de mi familia; "Los Pocholos", primero lo llevaron mis padres y ahora mi hermana y mi cuñado (en la foto). Yo he vendido unos cuantos kilos en este puesto (ayudaba los sabados por la mañana y en vacaciones).Ahora doy clases de historia en Pollença (Mallorca)y se lo debo a ese pequeño puesto de frutas. Gracias.

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    Respuestas
    1. Me alegra Pepe que te haya gustado el post, y más que seas familia del puesto que me alimenta de frutas y verduras, y del que nunca tengo queja.

      Suerte en Pollença.

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  2. Hoy en la cena familiar les he podido enseñar el post a toda la familia, les ha gustado mucho. Muchas gracias y felices fiestas de dos generaciones de Pocholos.

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  3. Un abrazo para todos los Pocholos. Feliz Navidad.

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