miércoles, 8 de febrero de 2012

Volverte a ver



En la vida te pasan muchas cosas, la mayoría hacen eso, pasar, pero algunas se quedan y forman parte de uno, otras, por suerte, vuelven con el tiempo, removiendo el dulce pasado, apareciendo de repente, después de lo que el tiempo y la distancia emborronan, reaparecen momentos vagos, de recuerdos intensos, risas, muchas risas, sueños de juventud, jalones del tiempo, puertos sin sirenas, y todo con la banda sonora de canciones inolvidables, de bares recurrentes, de gente maravillosa, de fin de semana con amigas, de mil anécdotas, de pasiones compartidas y futuros inciertos, de mundos predecibles que vaticinaban tiempos impredecibles, y de tan buenos ratos.


Hoy, lo he revivido, hoy he recibido una llamada del tiempo, una llamada deseada, querida y esperada, una voz que el tiempo no ha cambiado, en todo caso ha dulcificado, he oído su voz y mientras hablábamos, yo me lamentaba por el tiempo perdido, por la amistad no cuidada, por mi vaguedad innata, por todas las conversaciones aparcadas, por todos los momentos en los que no he estado cerca, por ser tan poco atento con la gente a la que quiero. Por fortuna las coincidencias y la suerte emprenden caminos curiosos, que la razón no entiende, un día, la casualidad hizo que gracias a uno de mis amigos una gran amiga se hiciera con mi móvil, se hiciera con la posibilidad de volvernos a oír, de volvernos a ver, como dos personas a las que la multitud dispersa y luego la fortuna reúne a ambos lados de una verja.

Cuando mi amigo me lo contó, sentí envidia de no estar en ese momento, por dentro me renacieron un montón de vivencias, recuerdos nebulosos pero muy vívidos, quedadas de viernes, descubrimientos nuevos, conciertos de los que fuimos testigos y hoy gente mataría por haberlos vivido, mejunjes en bares infestos, cacahuetes en bares con clase, regresos a casa al comienzo de la noche, fines de semana de exámenes de materias y de conciencia, conversaciones de parque con el telón de fondo de una exposición de la inquisición, sueños de vidas compartidas al vuelo de la amistad.


Pronto nos volveremos a ver, con el paso del tiempo de por medio, con más arrugas y pelos canos, con niñas que nos alegran los duros días, que a veces nos tocan vivir, con ganas de conocer al amor de su vida, a las historias de noches tristes, para poder llenarlas de sonrisas aunque sea tarde, con el deseo de contarlo todo, atropelladamente en segundos, para decir lo suficiente con la mirada dulce de sus grandes ojos, las miradas se abrirán rebuscando en el cajón del pasado para abrir el del futuro. Ha pasado el tiempo, en días largos que se hacen cortos ahora, no hay medida temporal cuando la amistad se teje con hilos de plata que la fortuna vuelve a zurcir, y da igual cuánto o por qué, tan sólo importan las ganas de volverte a ver, la necesidad de abrazar a una amiga de nuevo, la obligación de recuperar el tiempo perdido.

Gracias Elena, por volver, nos vemos pronto.

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