lunes, 17 de octubre de 2011

Unax, las máquinas y su pulgar oponible



Unax, mi sobrino, nos saluda efusivamente, está contento de vernos, está feliz, a los dos segundos me pide el móvil, yo no sabía que había juegos en el móvil hasta que hace unos años él me lo dijo. Se lo dejo con el asentimiento paterno y materno, y Unax desaparece, fija sus ojos en la pantalla de la blackberry y mueve sus dedos con la agilidad propia de un experto digital, su pulgar oponible baila por la pantalla con brío y energía. "Una partida sólo", dice sin creérselo él mismo, por gestos y muecas, se adivina su resultado, suerte de vidas extras y máquinas que no cuestan más que tiempo.


Mirándolo me creo ver a mi mismo de pequeño, tirado en el suelo leyendo tebeos de superhéroes y villanos, de hombres de metal y grandes gigantes verdes, viñetas que me trasladaban a otros mundos, dibujos que me hacían soñar. Desaparecía de grandes y mayores, no oía sus gritos y advertencias: "te vas a quedar frío en el suelo", "deja ya esas chorradas", mientras sus voces se desvanecían en mi mente, mis pulgares oponibles sujetaban el comic y mi dedo índice pasaba página, "una página sólo", decía sin creérmelo, por gestos y muecas, se adivinaba la pelea del héroe, suerte que siempre se podía volver a leer desde el principio y parecía, cada vez, una historia nueva, pese a leerla cientos de veces.

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