Habían acabado las vendimias en Leache, y por fin había sido un buen año, el vino ya descansaba en los depósitos de las casas, mientras el frío se había ido apoderando de las calles del pequeño pueblo. No había pasado más de 14 meses del nacimiento de María Isabel Goñi cuando Ángela Loperena, Angelita, ya notaba las contracciones del parto, arropada por su madre María, y sus cuñadas Visitación y Paulina, más algunas vecinas sudaba por el esfuerzo en una cama de hierros y colchón de lana. Cerca, en la cocina, Máximo Goñi cuidaba de su pequeña de apenas poco más de un año y se preocupaba de que no faltase de nada para la parturienta, con un nudo en el estómago y con más miedo que alegría. Sólo se rompió la tensión al oír los primeros llantos, el no saber se volvió alegría, por la puerta entraron las hermanas de Máximo y le dijeron que era niño, el padre todavía sonrió más, a sus 46 años pronto necesitaría ayuda en el campo, por un momento se acordó de sus padres, de Valentín Goñi y Nemesia Moriones, que ya le habían dejado, y de lo felices que serían al ver a su primer nieto varón.
Nació un jueves 15 de octubre, en la festividad de Santa Teresa de Jesús, curiosamente en la de Santa Teresa, nombre de origen griego que significa la cazadora divina o aquella que es experta en caza, o del origen latino Tharasia que significa cazadora, y digo curiosamente, ya que la caza le marcó gran parte de su vida, cazador de raza y de sentido en el más amplio sentido de la palabra. Nació cazador y murió cazador y no quería dejar de recordarle en su 69 cumpleaños.
Aquel día los medios de comunicación se hacían eco de la segunda guerra mundial, del Foche-Wulf "Cóndor" de las fuerzas aéreas del Reich, un avión de reconocimiento de cuatro motores y de gran radio de acción, en el otro lado el avión inglés "Hurricane" con unas nuevas ametralladoras automáticas instaladas en las alas del avión. Los alemanes lanzaban minas en la zona del Canal de la Mancha, cerca de las costas británicas. Otros 18 buques, se anunciaba en España, habían sido hundidos por los submarinos alemanes en cuatro días.
En Stalingrado continuaba la batalla cruel entre alemanes y soviéticos, la actual Volgogrado se hacía añicos entre bombas y muertos, en la que sería considerada la batalla más sangrienta de la humanidad, una auténtica guerra de ratas como la llamaron los alemanes. Fue un octubre cuando Hitler fue consciente que la ciudad no sería tomada en otoño y que les esperaba un duro invierno, mientras el tifus y la disentería hacían estragos en los soldados y se mascaba en el ambiente una fuerte contraofensiva soviética.
Ese jueves continuaba el bombardeo y desembarco de Guadalcanal, los buques nipones Mioko y Maya, del Tokio Express, al mando de Aritomo Goto bombardean con su artillería el aeródromo Henderson y las posiciones norteamericanas que le rodean, consiguiendo desembarcar en la isla a 4.500 hombres que se suman a los 22.000 hombres que había en la isla y que se enfrentaban a 23.000 marines norteamericanos. Fue la denominada batalla del Cabo Esperanza, en la que Norman Scott, justo antes de la medianoche se enfrentaron a la escuadra de Goto, hundiendo un crucero y destructor japonés, e hiriendo gravemente al mismo Goto en la acción.
La Fórmula D.D.D. eliminaba los granos cutáneos o cualquier tipo de inflamación, la solución para todos, desde el niño de pecho a los viejos. Para el estreñimiento "Evacuantil Ribalta", supositorios a prueba de bombas, y para el cabello que se cae "Hamon" de plantas vitalizadoras que detienen su caída por una peseta cada bolsa.
Así era un tiempo en el que ir de Sangüesa a Pamplona en tren eléctrico tan sólo costaba 5,40 pesetas.
Cuatro días después, el 19 nacía en San Sebastián Iñaki Gabilondo, y aquel año nacieron también Juan Diego, Jimi Hendrix, Calvin Klein, Isabel Allende, Harrison Ford, Paul McCartney, Barbara Streisand, Felipe González, Forges, Cassius Clay, Stephen Hawking, Rosa María Mateo, Teodoro Obiang Ngema y Terenci Moix entre otros. Algunos podrían haber sido muy buenos amigos suyos, pero me temo, que otros no lo habrían sido tanto. Ahora mi tío Jesús habría cumplido 69 años, un número con gracia, pero que no llegó a disfrutarlo. Donde estés, cuídate tío, que pronto entras en los 70.
Felicidades, Jesús!!!! Se te echa de menos y se te recuerda con mucho, mucho cariño
ResponderEliminarPues sí, Ana, con el tiempo más, se endulza todo.
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