Pedro Hipólito: dos minutos y me levanto

Hace días que se lo debía, pero muchas veces es a aquellas personas que aprecias a las que sin querer vas dejando para otro momento, pensando que siempre hay alguna prioridad más urgente, craso error. Pedro Hipólito es mi suegro y hace poquito que cumplió años, él es especial, de tan especial que es muchas veces no sabes ni como catalogarlo, es muy suyo, y hombre de costumbres arraigadas, los cambios no van con él y menos después de haber conseguido llegar a donde ha llegado, ser un jubilado que intenta trabajar lo menos posible, que para eso se lo ha ganado.

Cuando lo conocí sólo era Pedro, pero con el tiempo descubrí que de segundo nombre se llamaba Hipólito y me encantó, así, del día a la mañana pasó a llamarse como debía haber sido en un principio: Pedro Hipólito. Canoso desde ille tempore, de nariz de Rufa, de gafas permanentemente sucias y con ese gesto de político de otra época, cambió su paquete de Ducados permanente en su bolsillo de la camisa por un desfibrilador después de que su corazón le dijera "hasta aquí Pedro", hombre de sueño fácil, de siesta permanente, sentarse en el sofá con su periódico y leer con los ojos cerrados es todo uno ("dos minutos y me levanto" es su eslogan), amante del chateo y buen comer, anguianejo de pro, de ducha matinal y regalo después, chopero y hortelano, asiduo a cenas de empresa aún jubilado, futbolero, amante de sus nietos (para un ratito), doble de Coll (con el que podría haber hecho el dúo Hip y Coll) y sobre todo buena gente. Felicidades Pedro Hip.