miércoles, 22 de diciembre de 2010

"Despedidas": la preparación para el último adiós



Soberbia película la que vi el otro día (la verdad que llevo una buena racha) me quedo gratamente sorprendido (una vez más) con el cine asiático, esta vez concretamente con el japonés. La verdad es que apostaba por caballo ganador ya que había obtenido el Oscar a la mejor película en habla no inglesa, y desde mi punto de vista merecido, la recomiendo para dejar de ver un poco cine que sólo entretiene frente a ponerse delante de una película y sentir la misma sensación que cuando lees un libro muy bonito. La película es del 2008 y su director es Yokiro Takita.


La película cuenta la vida de un joven (Daigo Kobayasi) que cree haber cumplido su sueño de ser violonchelista y tocar en una orquesta, hasta que un día la orquesta se disuelve y tiene que afrontar que no es un buen violonchelista y junto con su pareja deciden ir a la ciudad natal de él, en Hirano. Allí tiene que reencontrarse con las sombras y luces de su infancia, vivir en la casa de su madre, a la que no acompañó en su funeral ya que el estaba estudiando fuera, y el olvido de su padre que les abandonó siendo niño por otra mujer.


Kobayasi decide encontrar trabajo y contesta un anuncio que parece de una agencia de viajes, allí conoce a Sasaki, el dueño de la empresa, un personaje muy especial que pronto le enseña que esa empresa no es una agencia de viajes, realizan viajes pero de otro tipo, se ocupan de la ceremonia del amortajamiento, de la última despedida antes de que el muerto pase a otro mundo.


Kobayasi se avergüenza de su trabajo, y se lo oculta a su mujer y casi a sí mismo, pero enseguida tiene sus primeros trabajos, una chica suicida muy hermosa que en realidad es un chico, una joven que ha muerto en un accidente de moto por la imprudencia de sus amigos, una abuela que se ponía los calcetines de las nietas, el dolor-amor del que ve a su mujer más guapa que nunca en el feretro,…


Poco a poco Kobayasi va percibiendo el amortajamiento de una forma muy distinta, percibe en él la hermosura del rito y la ternura y cariño que Sasaki le enseña en todo el proceso, un rito ancestral que pervive en pleno siglo XXI. Su esposa Mika al enterarse del trabajo de su marido le abandona, al igual que algún amigo que le vuelve la espalda avergonzándose del trabajo que realiza.


Del invierno de este momento se pasa a la primavera, en la que Kovayasi ha entendido plenamente su trabajo y su función, su mujer vuelve informándole que está embarazada y en este momento al protagonista  le toca vivir la muerte en forma más cercanas, primero en la persona de la dueña de unos baños, conocida desde la infancia, lugar en el que Mika presencia la ceremonia y comprende a su marido desde el primer momento, y finalmente con el reencuentro de la figura del padre, cumpliendo así la despedida final, un adiós pleno de felicidad.


La película es una pura reflexión de la vida y la muerte, por eso la película se hace muy cercana, es algo que nos pasará a todos y aunque teñida con la estética japonesa (que sin duda hace más bella a la película) todos entendemos los sentimientos de las situaciones que se recrean. El amor, la ternura, el cuidado, el respeto con que se hace toda la ceremonia de amortajamiento te hacen entender el oficio del protagonista, que se combina con la realidad intercambiando planos de difuntos con comidas de pollo o de brochetas de carne ahumada en el contraste con el comer que propicia seguir vivo. En nuestra cultura occidental reprimimos la muerte como algo que no queremos que pase, sabiendo que pasará, nos queremos negar a que el camino de la vida está ligado al de la muerte.


Otras claves de la película son la música, el violonchelo como hilo conductor de una infancia en el recuerdo negado de una melodía, también el reencuentro con los problemas, Kobayasi tiende a ocultar la verdad para que no se la nieguen, juzgando de antemano la opinión de los demás, y acaba mostrando y sintiéndose orgulloso de sus decisiones. Sasaki, su jefe es un personaje clave para Kobayasi, él entiende y convive perfectamente entre conciencia de la coexistencia de la vida y la muerte, su sabiduría y amor de maestro deben de tener un buen discípulo, en clara alegoría a no perder este tipo de tradiciones. La película tiene también una metáfora visual con el lenguaje de las piedras que es verdaderamente poético y que ayuda al final a cerrar el círculo de las despedidas.


En la vida nos cruzaremos con muchas despedidas hacia la muerte, hasta en una final en la que seremos protagonistas de lujo, que cuando tengamos que decir adiós, nos pille con la mejor cara y brindemos con todos los que queremos y nuestros mejores amigos para celebrarlo.

2 comentarios:

  1. Es una película muy recomendable, te hace recapacitar sobre la vida y la muerte pero sin morbo sino desde el respeto y que al final lo que no se resuelve en vida poco puede resolverse una vez muerto.
    Es importante decir las cosas en vida aunque a veces cueste un poco o un mucho.

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  2. La vida, la vida, la vida es, un sinsentido una estupidez, la vida, la vida, la vida que mala es… que diría 091. Cambiemos el sentido de la letra.

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