Uno muchas veces no es del todo consciente de la gente que tiene a su alrededor, sabes que son buena gente y por ello, uno mismo, decide compartir con ellos todo el tiempo que puedes, son gente ante-todo generosa, y anti-todo egoístas. Por suerte o por desgracia llevan un gen que no se insertó en mi cuerpo que es el del espíritu navideño, así Raúl nos ha regalado a título personal una cesta-caja de Navidad, y su pater, el Esteban, nos ha regalado un jamón al igual que a sus hijos, como si fuéramos uno más, antes de nada, a los dos, muchas gracias, a Raúl desde luego gracias dobles, ni le sobra el dinero, ni tiene un tío que trabaja en una empresa de cestas y tampoco ha hecho un alunizaje en ninguna tienda, pero sin embargo hay queda su gesto.
Las cajas-cesta de Navidad son todo un mundo, de pequeño mi padre que trabajaba de representante de comercio, no tenía nunca cesta, hasta que un año una de las casas que llevaba Gar-Vel le mandó un paquete con unos turrones y alguna cosa más, recuerdo que cuando se ponía la mesa de Nochebuena o Navidad en casa se recalcaba: "éste es el turrón que ha mandado Gar-Vel"; y sólo con eso lo hacía distinto a los demás, aunque mi dentadura incipiente lo veía igual de duro que el resto de los turrones duros.
Los que diseñan cajas-cesta de Navidad son unos crack para poder encontrar esos productos que luego difícilmente encuentras en cualquier otro sitio, principalmente en los de relleno, dulces más finos de lo habitual, espárragos de hobbit por su tamaño y embutidos que vienen directamente de la muerte de hace pocos días de su cerdo progenitor. Gracias Raúl por hacerlo (iba a poner "por el detalle" pero es demasiado elegante para tu personalidad), sabes que no soy amigo de este tipo de regalos, con compartir la pelea del día a día como lo estamos haciendo me basta, pero sé el cariño con el que lo haces y por eso muchas gracias.
Lo de Esteban ya es por demás, lo del jamón ni en mil años jugando a la tómbola, él es el hombre-padre puntual al café de las mañanas, preocupado y atento, siempre amable, hombre de gran comer y de dieta de naranjas al día siguiente, trabajador y cumplidor, y socio jubilado de IBM: ibeme a buscar esto, ibeme a llevar estos talones, ibeme a por una merluza pero que pese más de kilo y medio. Intenté no aceptar el regalo, ya que no me creía merecedor de ese detalle, pero os podéis imaginar lo que me dijo: "Y un jamón". Gracias Esteban por tenernos ahí, en tan grata estima, viniendo de quien viene, vale el doble.
Así, que sin comerlo ni beberlo (de momento) me encuentro con una caja-cesta de Navidad y un jamón, una buena forma de empezar el año. Gracias a los dos de corazón, de tal palo, tal astilla.
En mi casa desde muy jovencita ha habido cesta de Navidad que le daban a mi padre y la verdad es que lo recuerdo como un gran acontecimiento pues antes sí que las cosas tenían su tamaño real, su curación justa y sobre todo alguna novedad, algo que no se compraba si no te lo regalaban. Sí... recuerdo unas muy buenas cestas navideñas en mi casa.
ResponderEliminarY ya en este caso en particular, me sumo a las gracias y mil veces gracias.
Qué suerte!
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