viernes, 17 de diciembre de 2010

"El camino a casa", el camino del amor primero



Impresionante esta película, una sencilla y a la vez impresionante historia de amor, de amor puro, de enamoramiento sincero, de mariposas en el estomago que se tiñe del paso del tiempo y que concluye más allá de la muerte. La película es china de Zhang Yimou, excepcionalmente narrada y con el ritmo justo para contar una historia de amor, una película que a pesar de ser china es universal, ni la historia, ni los personajes, ni los escenarios están muy lejanos de lo que pudo ser la historia de amor de nuestros padres.


La película se divide en dos etapas, una en blanco y negro que es el presente (el luto, la parte triste), y otra en color que es el pasado (el amor, la parte alegre) y empieza con la llegada del hijo (Luo Yusheng) convertido ahora en un hombre de negocios a su pueblo natal en el norte de China para encontrarse con su madre y asistir al funeral de su padre. Allí se va encontrando con distintos familiares y la madre y todos tienen el problema de cómo traer a su padre (que ha muerto en una ciudad cercana) al pueblo, la tradición y el amor de la madre dicen que lo tienen que traer a hombros y andando, recorriendo el mismo camino por el que entró la primera vez, y pasando por el río y el bosque, como mandan los ritos, para que el alma sepa el camino de regreso a casa; el alcalde (su tío) optan por una opción más moderna, repudiando los ritos del pasado y traerlo en tractores, y más teniendo en cuenta que sobre el pueblo está cayendo una nevada tremenda.


La madre obstinada como lo ha sido siempre cuando ha querido algo tiene claro lo que quiere, es más una cuestión de amor que de pasado. De esta forma se empieza a recordar como nació el amor entre ambos, cuando su padre, un joven maestro llegó al pueblo para enseñar a los niños de la localidad. Su madre se enamora desde el mismo momento en el que le ve y desde entonces cada momento, cada mirada, cada comida, cada gesto, cada hecho en su vida tienen como sentido el nuevo maestro. Pero no es un amor obsesivo, es un amor sincero, entregado y hermoso que finalmente obtiene su recompensa. El final no os lo cuento que prefiero que lo veáis vosotros mismos.


Hay muchas metáforas y preguntas en la película, una de ellas es lo pasado frente a lo moderno, y los problemas de una generación que se ha criado con unos valores y que al paso del tiempo esos valores ya no tienen sentido en la sociedad nueva que les toca vivir, una generación que es capaz de romper otras tradiciones pero algunas no. Es muy interesante también el amor de los detalles pequeños, el amor se esconde detrás de un paño rojo, de un tazón de comida, de una pinza para el pelo, de una voz que enseña a sus alumnos o de la ropa que se llevaba puesta el día en que se conocieron.


La verdadera protagonista de la película es ella, la niña de madre ciega, la novia del maestro (la única del pueblo que en su momento rompe la tradición y se casa con alguien de fuera), la esposa del maestro y la madre de su hijo común y definitivamente la viuda del maestro. Sus andares, sus coletas, su mirada, su iniciativa y principalmente su amor contaminan la película de una lírica que pudiendo parecer lenta es verdaderamente maravillosa. Es curioso que no siente dolor por la muerte de su marido, ella sabe que lo lleva dentro, que entró el día en que se enamoró de él y que no saldrá nunca de su interior, su dolor nace de no poder recorrer ese camino que para ella tanto supuso, ya que fue el camino de su esperanza, el camino al que siempre miraba con la esperanza de que un día volviera a aparecer su amor en el horizonte.


Me he sentido muy identificado con la película, con esos gestos de amor que hacemos cuando sentimos algo por una chica (o viceversa), y somos capaces de pasar por el mismo sitio veinte veces esperando ver a nuestro amor deseado, sabiendo que en algún momento tendrá que pasar por allí, de lo que somos capaces de mentir a nuestros padres (o al menos eso creemos) diciendo que vamos a ver libros cuando realmente lo que queremos es estar lo más cerca posible para ver (sólo para ver) a nuestro amor aunque todavía ella no sepa ni lo que significa para nosotros. Las escenas en las que va a coger agua de un pozo que ya no se usa por que hay otro más fácil, pero éste está más cerca de la escuela, o el pasarse la vida recogiendo frutos del bosque que da siempre al camino de llegada son detalles verdaderamente magníficos.


La escuela te lleva a la infancia, pero a la escuela como edificio, como recinto en el que pasan cosas, como espacio en el que el progreso llega a las vidas y a la importancia que el maestro tiene en las diferentes generaciones. Escenas como el cariño con el que ella restaura la escuela que hicieron entre todos los del pueblo y evita borrar sobre la pizarra las letras de su novio entonces, están cargadas de una poesía como la de la sutileza con la que el artesano a domicilio repara un cuenco de porcelana en metáfora del amor roto.


Por cierto que la música en ciertos momentos recuerda la épica de "El último mohicano", pero ambienta muy bien la película. De verdad muy recomendable, no os perdáis "Wo de fu quin mu qin", o lo que es lo mismo "El camino a casa", que aunque es de 1999 es muy actual. Recuperar vuestro amor y no se os olvide decir a quien tenéis al lado lo que le queréis.


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