domingo, 4 de septiembre de 2011

Comer, comer



Siendo unas vacaciones tan caseras, este año la comida ha sido uno de los principales alicientes, si ya lo es todo los años, éste un poquito más. No han faltado guisos de ternera asturiana con su tiempo en el fuego, como si lo hiciese mi abuela.


De acompañamiento cerveza con limón, de lo poco de alcohol que he podido beber en casa, una botella de vino para uno sólo es un aburrimiento, y en Ana habría sido mucha envidia. De acompañamiento también buen pan y panecillos de queso y pimientos. Eso sí, comiendo fuera rodeados de naturaleza.


Una de las mejores cosas que pudimos hacer de reforma en casa fue dejar un fogón de gas fuera, junto a la barbacoa, cocinar al aire libre, sin los calores de la cocina de verano, es algo más que una gozada, en una mano la cervecita, en otra la cuchara de madera y mientras se cocina ir de vez en cuando a ver a June o a hablar con Ana, era todo un completo.


Varios días tocaron también fajitas de ternera mexicanas o de pollo, con la ternera de Asturias os podéis hacer idea de como quedaron, Ana todavía se está chupando los dedos. También hicimos una paella de pollo espectacular, y la verdad que hacía un montón de tiempo que no comíamos arroz, y entre otros platos cayeron conejo asado, centollos, nécoras, pollo escabechado, …, vamos, todo para chuparse los dedos.


La barbacoa fue otro clásico de verano, primero preparando buena brasa que lleva un rato e incrementa el calor natural de uno, pero eso siempre me toca a mi.


Hacer una barbacoa para dos es un poco aburrido, ya que lo que gusta es cantidad y variedad, y poder compartirlo con los amigos, pero, aunque en cantidades más reducidas no falto el ternasco (cordero en Asturias), churrasco, costilla de cerdo, chorizo criollo, panceta y alguna cosa más.


Otro día le tocó a una merluza al horno con gambas, trigueros y ajitos, estaba para chuparse los dedos.


El marisco tampoco faltó, sólo para Ana que a mi no me vuelve loco, más bien todo lo contrario, además del centollo y nécoras mencionados, para dar envidia en la distancia a Sandra una buena ración de navajas que debían de estar "malísimas" por la rapidez con la que Ana dio cuenta de ellas.


Y después los postres con algo de dulce y alguna tarta de queso, así eran nuestros sufrimientos gastronómicos todos los días, todo un placer comer en Asturias, tranquilos y en casa. ¡Qué aproveche!


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