Los danzadores se abren paso y sin dejar de mirar a la santa, de espaldas a la calle ponen rumbo a los Casales con la casa del médico como guía. Buscan los riscos, buscan el Najerilla, buscan con su música atraer a todos como aquel flautista de los cuentos.
La virgen cierra el paso con el último grupo de gente, la música se aleja y todos caminan hacia la sbida de la ermita, fiel procesión de creyentes, religiosos y no, pero todos amantes de las tradiciones.
En la ermita, todos paran, todos descansan, y contemplan la fuente intermitente, una fuente de tres grandes caños, subrayados por otros de menor tamaño, conformando un total de quince, que sufren a lo largo del año en diversas ocasiones un fenómeno de extraña procedencia sobre el que existen multitud de teorías, durante el cual el caudal de agua se ve incrementado o detenido sin ninguna razón aparente. En palabras de Fray Mateo de Anguiano: "A cuatro pasos de la Iglesia de la Sagrada Imagen hay otra maravilla, objeto de admiración de muchos y cuyo notable secreto (si ya no es milagro) ha fatigado a muchos ingenios, para darle algún alcance a la razón natural. Es, pues, una fuente grande, que perennemente crece y mengua de hora a hora, y lo mismo de noches que de día, sin haberle jamás visto otra novedad o alteración, que la de traer en invierno algún caudal más de agua que en verano".
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