Uno de los más célebres tuercebotas de la historia es Jubal Onazo, de un equipo de undécima división empezando por abajo de las fábricas de la periferia de Buenos Aires, su padre el dueño de la fábrica, su tío el presidente del club de fútbol de la fábrica y su primo el entrenador del club de fútbol de la fábrica se habían encargado de que Jubal fuera el delantero centro del equipo.
Cuando empezaban los partidos Jubal se acomodaba en el área contraria, y digo se acomodaba ya que se sentaba y miraba desde un sitio inmejorable el partido, estorbando a su equipo y dando conversación al portero contrario. Así transcurrían los partidos y por diez veces fue elegido como mejor jugador del partido, cuando tan sólo se habían disputado diez partidos de la liga entre fábricas, todo gracias a que su abuelo era el que daba los premios.
Pero la suerte de Jubal cambió cuando en un ataque de su equipo un balonazo le dio en toda la cara chafándosela hasta lo inimaginable y del rebote metió gol, un silencio sepulcral invadió todo el estadio (es decir, el patio del colegio), y mientras su abuelo, su padre, su primo y el resto de familiares de Jubal se felicitaban por la esperanza que habían puesto en él, Jubal todavía atontado se preguntaba cómo se podría sujetar ahora las gafas de sol con la cara toda aplastada.
Jubal Onazo desde aquel día es llamado "el chato que no puede llevar gafas de sol" y todos los días que juega sus compañeros lo buscan para darle balonazos con la esperanza que en algún rebote metan gol. No obstante tuercebotas como Jubal ha habido muchos como podéis apreciar en las fotos:
Os dejo con algún momento célebre de grandes tuercebotas:
Me maravilla tu capacidad para dar con esas fotos tan a propósito para tus comentarios. ¿¿Qué decir de la foto del saltarín de lo vaqueros rotos en salva sea la parte, y corbata al viento?? Sobran las palabras.
ResponderEliminarEl mantelito de la mesa le da a la foto un aire muy hogareño, muy de andar por casa.
Ja, ja, ciertamente la foto es impresionante, el tipo demoniaco que se intuye por detrás, esa corbata o pañuelo al cuello que invita al ahorcamiento del interfecto, esa mesita (como bien dices) con su toque retro y la fortuna de él saltando y enseñando al aire su agujero negro. Impresionante. Un beso.
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