jueves, 10 de noviembre de 2011

De vermús, cañitas, comidas y otros pecados confesables



No hay paseo, ni camino al mar, ni fiesta que no se recompense con un buen vino, cervecita y mejor manjar. Comer en el Pizá es un clásico cuando nos vamos para Asturias, no nos suele fallar, aunque esta vez no tuvimos mucha suerte, el menú que nos tocó no era del todo de nuestro gusto y además, no elegimos muy bien, ahora sí, pasar lo que se dice pasar, nos lo pasamos muy bien.


El Piza es uno de esos pocos restaurantes que quedan con encanto, turno de trabajadores y de comensales varios después, primer plato de puchero, con puchero incluido y generosa ración de segundo, eso sí, sólo dos primeros y dos segundos a elegir, y picante para los que somos asíduos. Además era la primera vez que íbamos con June, fue su presentación oficial en Porrua, ella también comió, pero a su manera.


Otro día comimos y tapeamos en la playa de Toró, cervecitas bien frías a la orilla del mar, no se puede pedir más. Almejitas, mejillones y chorizo a la sidra para pasar las Mahou. Blacky, la perra de nuestros amigos, se quedó por donde salían los camareros y cuando nos venía con un chorizo a la sidra se las ingenió para que se le cayera al suelo y dar con él en menos de dos segundos, en pleno ejercicio de comer lo que comen sus dueños. No nos habríamos marchado de allí, ocupamos una mesa y casi la desalojamos a la fuerza.


Por el pueblo de compras con los dulces típicos, corbatas de Unquera y Cubitos de Llanes, dulces con sabor a pueblo y con certificado de origen, al menos en el nombre. Más que dulces parecen folletos de turismo que al azúcar subvencionan.


Tampoco podían faltar las cervecitas en la Pomarada, para nosotros el Putxito, en Llames de Pría, un sol formidable, un buen paseo y mucha sed que calmar, buenos amigos y pocos ganas de irnos también. Cayeron al compás del tiempo alguna cerveza que otra y con la genial aportación de las camareras que nos invitaron a unos pimientos de Padrón fritos y con abundante sal gorda, por desgracia no picaban.


En casa por supuesto que buenas comidas, nos cuidaron fenomenal y hizo tan bueno que nos pudimos comer un buen arroz con dos bogavantes bien fresquitos, no quedó más que la paellera, sidra y buen vino para acompañar, de sobremesa películas sin acierto, por la tarde paseo digestivo. A mi, torpe de mi, no me gustan los bichos que veo enteros, así que tocó buena ración de arroz bien sabroso.


Y un recuerdo para Blacky, la perra de Raúl y Natalia, la del chorizo a la sidra, que vino a conocer también Asturias, le costó un poco asumir que tenía que dormir fuera, bueno, a la que más le costó fue a la dueña, pero se superó con facilidad, la verdad es que es muy buena y se portó genial.

Los días de vacaciones se acababan, bañados en compañía, grandes desayunos y mejores vermús, risas y  conversaciones alrededor de una mesa. Para cuando quisimos darnos cuenta ya estábamos cargando el coche de vuelta, deseando volver lo antes posible.

2 comentarios:

  1. jodo como vivimos eh? jajaja, un abrazo David, enjoy!

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  2. Mal, mal, lo que se dice mal, no. Adivina quién era uno de los compañeros gastronómicos.

    Un saludo o una cañita, a elegir.

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